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Los besos que más recuerdo

El primero de todos.
Yo estaba en segundo de primaria, tenía siete años; y el niño que me gustaba estaba en primero de primaria, tenía solo unos meses menos que yo. Eran las olimpiadas de mi colegio y, como no había clases, si no nos tocaba realizar alguna actividad (deporte),  nos íbamos a jugar o hacer “lo que queríamos” por cualquier parte del colegio; era como un recreo largo. Mis dos amigas y yo, nos sentábamos a conversar en las escaleras de uno de los pabellones. Compartíamos secretos y hablábamos de los chicos que nos gustaban.

El día del beso, ellas y yo hacíamos lo de siempre, pero nos dimos cuenta que dos niños nos espiaban; uno de ellos era el que me gustaba. Mis amigas comenzaron a decir “Mira Lu, ahí está. Háblale”. Yo, osada, bajé las escaleras y me dirigí hacia donde estaban ellos. Su amigo se fue corriendo, pero él se quedó inmóvil. Una vez que lo tuve en frente, le sonreí. El hizo lo mismo, me tomó de la mano, y me llevó detrás de un pequeño arbusto que había junto al pabellón. Cuando estuvimos ahí, me dio un piquito. De pronto, muchos niños de su salón y el mío aparecieron imprevistamente, y comenzaron a correr alrededor del arbusto y a gritar: “¡Se están besando! ¡Se están besando!”. Yo estaba nerviosa de que en cualquier momento nos pudiera ver algún profesor, pero a él no le importaba nada, así que me empezó a dar varios piquitos más. Me preguntó si besaba bien, y yo le dije que sí.
En mi academia de tenis.
Ese día no tenía por qué ir, ya que no tenía clases. Solo fui a ver a un chico, y fui con mi mejor amiga. Cuando llegamos a la academia, nos encontramos con él y estuvimos conversando por unos minutos. Luego, se le ocurrió jugar a las escondidas, así que empezó a contar. 1..2..3… Mi amiga corrió a esconderse y yo también. “..20. Ahí voy” gritó él.
Buscaba, buscaba y no nos encontraba. De repente, se acercó lentamente hacia donde estaba escondida yo y exclamó “¡Te encontré!”, cerrando aquel hallazgo con un tierno beso.
Con mi primer novio.
Nos conocimos en un Karaoke que había dentro del Club en el que él y yo estábamos hospedados. Al día siguiente, muy temprano en la mañana, me fui al Spa que también había dentro del Club. Me metí al jacuzzi y luego entré al Sauna. No era el Sauna tradicional, sino uno de vapor y con esencia de eucalipto; muy bueno. Yo estaba ahí dentro, sentada y relajada. Pasados unos minutos alguien abre la puerta. Era él. Me saludó y se sentó a mi costado. En un instante volteó a mirarme, y yo también lo hice. Poco a poco se acercó y nos dimos un beso con sabor a eucalipto.
Uno prohibido.
Por el malecón de Miraflores, él (no puedo decir quién es) y yo estábamos caminando y hablando de la vida. Llegamos a un parque que, si no me equivoco, le dicen o se llama “El parque del amor”. Nos sentamos en una banca de madera que tenía una vista preciosa. Yo no sabía qué decir, estaba nerviosa, no podía creer dónde estaba y con quién estaba. Él me hablaba y yo le respondía con la mirada hacia abajo. “Mírame cuando me hablas, por favor” me dijo. Yo le hice caso y de pronto ¡Zas! Me besó.
El que inauguró mi relación con el chico del post “Tú no eres mi mejor amigo”.
Era la semana de finales. Como necesitaba a alguien que me ayude con matemáticas, él se ofreció muy gentilmente a hacerlo. Un martes, día anterior al examen, fue a mi casa. Estábamos sentados con libros, cuadernos y papeles dispersos sobre la mesa. Mientras él me explicaba un ejercicio, yo lo observaba feliz. No podía dejar de hacerlo. Me gustaba. Poco a poco se fue desviando el tema y, de matrices y logaritmos pasamos a hablar sobre los dos, lo que pensábamos, lo que sentíamos.
- ¿Quieres estar conmigo, Lucía?
- ¡¿Qué?! ¡¿Ah?!
- Que si quieres estar conmigo…
- ¡¿Qué, qué, qué?!
- ¿No quieres?
- ¡No! ¡Sí! Es decir, sí. Sí quiero.
- Ok…entonces…ya estamos.
- Así parece…
- Aja…
Después de eso, no supe que hacer. Tontamente le estreché la mano como cuando una persona cierra un negocio o un trato. Nos reímos. Yo, no aguanté más. Me acerqué y le di un beso.
Para acabar una discusión.
Tuve una relación en donde los últimos meses fueron discusiones y más discusiones. Una noche, peleamos bastante. Él no me escuchaba, y tampoco quería hacerlo. Estaba cerrado, necio con lo suyo. Yo estaba muy molesta, no sabía qué hacer. Pero al mismo tiempo, me daba mucha pena la situación. Hice lo primero que se me ocurrió. Me lancé encima de él, lo abracé y lo besé.

3 comentarios:

  1. el primer beso siempre es un recuerdo para toda la vida, y los besos que das con amor dejas una huella en la persona que los recibe, has activado mi memoria y leyendo he revivido gratos recuerdos porque los amargos estan en el olvido Felicitaciones...

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    1. Así es. Quién no recuerda esos besos que se daban con tanto cariño.
      Gracias :)

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  2. Woow vaya que me hiciste recordar un poco jaja :) me encanta leer lo que públicas sigue así! Saludos

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