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Tú decides

Antes todo era más sencillo; el colegio, los amigos, la familia, los juegos; una vida simple de cierto modo.

Te levantabas temprano, te bañabas (algunos), te ponías el uniforme, tomabas desayuno, agarrabas tu mochila, tu lonchera y ya estabas listo para irte a estudiar.
Llegabas al colegio, te encontrabas con tus amigos, si es que no habías hecho la tarea se la pedías prestado a alguno de ellos y “comparabas respuestas”, una vez en el salón guardabas tus cuadernos dentro de la carpeta y esperabas a que el profesor llegara. Te divertías jugando con tus amigos en el recreo, otros la pasaban mejor estando solos. Terminando las clases, te ibas a casa, te ponías ropa de “entrecasa” (otros no), almorzabas, veías televisión, hacías algunas tareas, entrabas a la computadora y chateabas con tus amigos o jugabas. Rápidamente llegaba la noche, los que no se bañaban en las mañanas, lo hacían en ese momento, te ponías la pijama (otros nada), y a dormir. Casi todos tus días de semana eran iguales, no tenías que preocuparte de más, ¿Qué rico no?

Querer es poder

Tenía que comprar ese helicóptero a como dé lugar, no sabía que iba a hacer, pero tenía que regalárselo a Daniel porque sabía que le iba a encantar y obviamente, sorprender. Para ello necesitaba en primer lugar, dinero. Yo no soy una persona muy ahorrativa que digamos, intento serlo, pero no puedo. El dinero que recibo cada cierto tiempo, lo uso para pagar mi móvil, movilizarme en taxis, y alguna otra cosa que necesite para la universidad.
Lamentablemente soy una persona muy hambrienta o creo que es la ansiedad, pero bueno, digo lamentablemente porque en casi todas las clases me da hambre, y yo sé, seguro dirán ¿Pero por qué esta chiquita no come en su casa?, pues fácil, muchas de mis clases coinciden con la hora del desayuno, almuerzo o cena; así que no tengo tiempo para ir a casa y comer algo, es por este motivo que a casi todas las clases llevo algo de la tienda para comer. Muchos de los que me conocen, saben de qué estoy hablando.

Dulce como caramelo

Hoy estaba regresando en un taxi a mi casa, acababa de almorzar con Daniel.
El taxista era muy buena gente, también pude notar por su acento, que probablemente provenía de la sierra. El me iba hablando en el camino, hablaba sobre los edificios que estaban en el cerro.

- Mire señorita, en esa parte del cerro se construye mucho edificio, ¿ve ese blanco?, es su hermanito menor del grandote de su costado jaja. Qué pasará cuando hay terremoto! Uy que miedo señorita! No me gustaría vivir ahí.

No te escondas

Son las 8:15 de la noche, Alejandra está echada en su cama, tiene las manos cruzadas y apoyadas sobre su pecho, mira al techo, y piensa en su novio. Lo extraña mucho, ya han pasado tres días desde que él se fue de viaje, y aún no la ha llamado. Ella sabe que él está bien porque se lo ha dicho su familia, sin embargo Alejandra sabe que la relación con su novio ya no es la misma de antes. Llevan un año juntos, pero desde hace un buen tiempo las cosas empezaron a cambiar.

Etiquetas

Entro, me siento en la última fila del salón y miro a mi alrededor. Me gusta mucho mi clase, hay una gran variedad de personas, todos son muy diferentes, tienen actitudes distintas, usan ropa distinta, hablan distinto, etc. He aquí las categorías:

El popular: Todos saben su nombre, el profesor lo adora, siempre le sonríe y le da puntos solo por estar presente, seguramente el profesor cuando era joven también fue popular y se siente muy identificado.