Translate

¿Te angustias? Yo también


Muchas personas dicen que soy una chica alegre y que tengo un don para mejorar el estado de ánimo de los demás. Soy un pañuelo para el que desea llorar, un saco de boxeo para el que está molesto, un cura para el que está agobiado por sus pecados, una masajista para el que está estresado de tanto trabajar, estudiar, o simplemente estresado de no tener nada que realmente lo estrese, una vidente para los que suelen decir: “Pero dime, pues ¿Tú que crees? ¡Dime! Tú sabes. Si hago esto o digo lo otro ¿Estará bien, no?”; pero sobretodo y para todos en general, casi siempre he sido un payaso con una gran sonrisa dibujada en el rostro, un bufón disfrazado de persona.

“¡Qué bien has sabido llevar todos los obstáculos que tuviste y tienes en tu vida! Eso significa, madurez.”. Qué bonito es que digan esas cosas de uno, pero que feo es que se las digan a la persona equivocada.
Yo no he sabido llevar nunca nada, siempre he buscado refugio. Me he intentado aferrar de algo para poder resguardarme de algún sentimiento “malo” que se quiera apropiar de mí.

Muy pocas veces me han preguntado, qué es lo que siento o cómo me siento. Pero ha sido mejor así, porque de esas raras veces que lo han hecho, no he podido responder con tranquilidad; la voz me tiembla, las manos me sudan, me pongo roja, y mis lágrimas caen sin parar.
No me gusta que me hagan ese tipo de preguntas, es incómodo; no debería serlo, pero lo es para mí.
Yo aprendí a preguntárselo a mi reflejo todas las noches cuando me paro frente al espejo. De esta manera no soy la única que se desploma sobre sus almohadas y llora hasta dejarlas un poco húmedas. En ese momento somos dos.
Siempre he tratado de ser directa. He dicho lo que me molesta, lo que me desagrada, incomoda, entristece, estresa, lo que me parece injusto, lo que no tolero, lo que me duele, lastima, etc. Pero jamás ha sido suficiente.
Hay gente mala en el mundo, gente a la que no le importa la felicidad de los demás, gente verdaderamente indeseable. Le ponen trabas a tus sueños, te tratan como un títere, son hipócritas contigo, te mienten, te ilusionan por las puras, te critican cuando haces algo mal pero no te felicitan cuando lo haces bien, juegan contigo, se aprovechan de ti, hablan contigo no porque quieran, sino porque necesitan que les hagas un favor, se burlan de ti, no creen que puedas ser capaz de muchas cosas, con una sola palabra te malogran el día, se roban tus ideas, te discriminan, creen que son superiores a ti en todo.
Estas personas, por dentro, al igual que nosotros, tienen mucho que soltar, sin embargo esas son algunas formas que ellos encuentran para poder distraerse de alguna pena o molestia que tengan.
Yo no puedo lidiar con ellos, me siento débil al tratar de hacerlo. No puedo cargar con más emociones. Como dije antes, suelo buscar protección en algunas cosas, y a veces también en personas. Y lo malo de eso es que cuando ese algo o alguien desaparece, se aleja, o simplemente ya no lo tienes contigo; la carga emocional es aún más fuerte y dura más de lo que debería.

Un día puedes estar contento porque  te vas a comer con tus amigos, luego se van al cine. Como ya hicieron lo planeado cada uno se va a su casa, pero tú aún no quieres regresar, así que buscas a dónde ir o simplemente caminas por la calle. Llegas a tu casa de noche, como a las 8:00 pm, piensas en qué harás ahora, prendes tu computadora y entras a Facebook o Messenger. Algunos están ocupados, otros no están conectados, y los demás no te hablan porque ni se acuerdan de ti.
Pones música y miras la pantalla sin saber qué hacer hasta que sea una hora prudente (según tú) para dormir. En ese momento de soledad empiezas a pensar que no le importas a nadie, que no tienes amigos, que si estuvieras con tu ex por lo menos tendrías a alguien con quien hablar; y poco a poco, no solo piensas en eso, sino en todo lo que te pone mal. Y ya que no tienes nada que te distraiga, aquello que quisiste olvidar horas atrás, regresará nuevamente a torturar tu agotada cabeza.  Agotada porque casi siempre pasa por lo mismo.
Por eso la mejor forma de arrancar de una vez todo lo que nos angustia es, enfrentándolo.
Cada uno de nosotros lo hacemos de distinto modo. Algunos, como yo, aún no encontramos la forma ideal, pero intentamos hacerlo de a pocos.
Ahora, cuando alguien necesita de mi ayuda para sentirse mejor, con mucho gusto se la doy, pero siempre y cuando él/ella también me ayude a mí. Y no es que ponga condiciones o esté esperando algo a cambio, o bueno, en realidad sí. Porque cómo esperan que yo pueda hacer feliz a los demás sin yo serlo primero. Siempre hay que pensar antes en uno mismo.
Todavía me gusta llorar sobre mis almohadas, eso me resulta bien para cuando aún quedan pequeñas tristezas o heridas que se van curando con el tiempo. También lo puedo hacer cuando siento impotencia por algo, o quizá porque únicamente necesito hacerlo.
Hay que apartarnos de los feos sentimientos, y ayudar a los demás a que también lo hagan. No ayudes a alguien que no se deja ayudar, y que por el contrario, te perjudica a ti.
Para cualquier problema, antes de caer en la angustia, siempre debemos acordarnos del refrán que dice:
Donde una puerta se cierra, otra se abre".

1 comentario:

  1. Querida Lucia, te pasa lo que le pasa a los psicologos, psicoanalistas o terapeutas se sobrecargan de los problemas ajenos y necesitan ir cada cierto tiempo a ser ellos los pacientes, no se si eres una persona religiosa pero para mi Dios es el que recibe tus angustias y te libera comparto contigo este mensaje:
    "Préstame tu vivir, remoto hermano,
    para que ponga en él lo que te falta:
    el sabor de mi pan, para tu hambre;
    para tu soledad mi compañía.
    De mi fibra el calor para tu frío.
    De mi esperar, sostén para tus ansias.
    De mi llorar, consuelo compartido.
    De mi creer, oasis de bonanza.
    De mi luchar, valor en tu camino.
    De mi entender, la luz que te haga falta.
    Y de todo mi amor, bálsamo tibio,
    Que, si vives sin Dios, te ofrezco el mío.

    Asi te veo, con los que se acercan a ti, solo te falto Dios que te ofrezco el mio

    Ishabethel

    ResponderEliminar