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De todo un poco

Crecí en una familia de católicos, padres y hermanas católicos, pero la única que va semanalmente a misa y tiene prácticamente un altar en su habitación es mi madre. Ella asiste a talleres de oración, va a la iglesia y lee todos los días la biblia, está súper pegada a la religión, sin embargo a veces demuestra lo contrario con algunas actitudes. Mi padre sabe muchas cosas acerca del catolicismo, por eso se hace llamar así, pero la verdad es que no sé cuándo habrá sido la última vez que puso un pié en una iglesia. Mi hermana mayor asiste cuando hay algún evento especial (bautizo, matrimonio, etc) y ya, y mi otra hermana del mismo modo, a excepción de que ella sí tiene una biblia que lee de vez en cuando y le gusta participar de algunas “actividades” como la corona de adviento y demás.

Yo me bauticé, o mejor dicho, me bautizaron; hice la primera comunión y me confirmé.
A pesar de ello, siempre tuve dudas acerca de la religión a la que “pertenecía”. A veces me sentía mal y buscaba la ayuda de un ser superior. No recibía respuesta inmediata como yo esperaba, así que llegué a creer que no existía tal cosa. Me volví atea.
Mi familia me preguntaba con asombro - ¿eres atea?! –, mi madre decía – ¿qué? no puede ser-, mis hermanas no opinaban y mi padre como siempre, creyendo que tengo hilos para manejarme como su títere, me decía – No, tú no puedes ser atea, todos aquí somos católicos así que no vengas con tus tonterías y ya ven a rezar la corona de adviento, es una orden-.

A pesar de no creer en un Dios, me gustaba todo lo relacionado a la paz espiritual, también creía en la reencarnación, el karma (consecuencia de nuestros actos) y esas cosas. Y es así que averiguando acerca de las religiones, encontré una que decía:

Los budistas creemos en poder alcanzar la iluminación. Y Buda significa -el iluminado-. Todos podemos alcanzar la iluminación (nirvana). No creemos en cielos, infiernos, ángeles guardianes, etc. Tampoco en dios/es.”

Después de leer esto pensé: “definitivamente esto es lo mío, ahora ya no diré soy atea, ahora soy budista”.
Igual casi nadie lo supo, todos pensaban que yo seguía siendo atea, y fue mejor así, ya que si alguien se enteraba, iban a pensar que estaba más loca aún.

Pasé medio año y un poco más creyendo que yo era una persona iluminada que podía impartir esa iluminación en el mundo, sin embargo, muchas veces pensaba que quizá era cierto que existía un creador, un ser supremo, un Dios. Así que, sin darle más vueltas al asunto, acepté la idea de que realmente había alguien en quién creer, pero solo en él y nadie más, así que decidí volverme agnóstica.

Me sentía bien, todos en mi hogar creían en Dios y yo también, así que no tenían nada que recriminarme. El pequeño problema era cuando se les ocurría preguntar.

- ¿Eres católica?

- Creo en Dios!

- ¿Eres católica?

- Que creo en Dios…

- ¿Eres católica?

- Caray! Creo en Dios!

- Pero…¿Eres católica?

- Ya sí sí, soy católica, evangelista, testigo de Jehová, luterana, mormona, todo soy, todo todo.

Tiempo después empecé a escuchar reggae; Gondwana, SOJA, Bob Marley, Peter Tosh, Gyptian, etc. No solo me gustaba escuchar la música y ya, sino que también me interesaba saber de dónde provenía, quiénes eran los que componían esas canciones tan excelentes, cómo era su modo de vida, que religión tenían, entre otras cosas. Investigando, descubrí que era parte del Rastafari, más que una religión, un modo de vida. Me gustó tanto que dije –Quiero ser rasta!-. Me hice dos dreads, escuchaba reggae la mayor parte del tiempo, les hablaba a todos acerca de ello, y me volví una persona un poco más pasiva, alguien que vivía en armonía con todos y que ahora disfrutaba de las pequeñas cosas de la vida. Intentaba comer sano, ya que el cuerpo es como un templo y no debía ser llenado de cualquier cosa. Sin embargo, para mí lo más importante era llevar el rastafari dentro del corazón, sin tener que ser vegetariano, preparar la comida y comerla con utensilios de madera, fumar marihuana, etc. Me sentía realizada y feliz.

Un domingo por la noche, mi hermana me dice para ir a misa, no me negué, así que nos dirigimos las dos a la iglesia y nos ubicamos casi adelante y al medio. Una vez empezada la ceremonia, entra el padre, era el mismo que me hizo la primera comunión y el que yo siempre consideré como mi favorito. Atendí a las lecturas y canté, en voz baja, pero canté. Al momento de comulgar, casi todas las personas formaban una cola en el medio, ni mi hermana ni yo nos paramos porque no nos habíamos confesado previamente, así que nos quedamos sentadas mirando a los demás. Me gustaba observar a la gente, una vez que recibían la ostia, regresaban a sus sitios con las manos cruzadas y la cabeza baja.
Entre tanta observación, vi a una señora de estatura baja, blanca, delgada y de pelo claro que sostenía entre sus brazos a un bebé. Justo acababa de comulgar, así que se dio media vuelta y empezó a caminar hasta su asiento; antes de pasar por donde yo estaba, me miró; esta vez siguió caminando pero con los ojos dirigidos hacia mí y con una sonrisa en el rostro. Se detuvo justo en la fila en donde yo estaba, se estiró un poco para alcanzarme ya que yo estaba justo en el medio, y con su mano también estirada, me dio un rosario. Lo tomé con mucha delicadeza, le agradecí, y ella solo asintió con la cabeza y se fue. Mi hermana y los demás que estaban cerca me miraron y yo no supe que decir.
Fue raro, según yo, fue una señal, algo que me hizo pensar que ese realmente era mi lugar.

Actualmente podría decir que soy católica, pero no leo la biblia, no me sé todos los mandamientos, no me confieso, por lo tanto no comulgo, sin embargo, voy de vez en cuando a la misa y lo disfruto mucho, rezo algunas veces, me persigno de vez en cuando al pasar frente a una iglesia, llevo en el índice derecho un denario y en la muñeca un decenario (pulsera), y con mucho gusto armaré este año el nacimiento. Por otro lado, sigo creyendo que soy una persona iluminada y que puedo transmitir eso a los demás, sé que mi cuerpo es un templo del alma, disfruto de la vida a cada momento, vivo en paz conmigo misma y con los demás, pero sobre todo, amo a Dios.

Como dije antes, podría decir que soy católica, pero realmente no creo tener una religión específica, que yo sepa no existe una que albergue todas esas cosas en las que yo creo. Qué más da, yo me siento bien, soy feliz y de eso se trata ¿no?

1 comentario:

  1. Dios existe y Él nos manda ese tipo se señales para que nunca nos olvidemos que estará siempre con nosotros, aunque nosotros nos olvidemos de Él.
    TDG

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