Translate

Me fui de casa


Me fui, así de simple me fui. Dejé mi casa, mi familia, y los recuerdos de lo que vivía y aún me faltaba vivir. No miré hacia atrás, solo avisé que lo hacía, dejé las llaves, y salí por la puerta. Llevaba una mochila en la espalda y mi cartera en el hombro; lágrimas nublándome la vista, y el corazón en el piso. Fue difícil ver a mis papás diciéndome adiós; él tratando de ser fuerte y diciéndome: anda, ve; y ella llorando y deseándome lo mejor. Por otro lado estaba mi hermana, quien solo estaba ahí de observadora; jamás dijo nada, pero al mismo tiempo dijo todo.
Yo sabía lo que estaba dejando al salir por esa puerta; mi vida como hija, mis amigos, las salidas con gente que recién conocía, la universidad,  mi espacio en una gran habitación solo para mí, pero sobretodo,  una parte de mí.

Ser yo, ser Lucía era estar tranquila y hacer lo que me daba la gana dentro de “mi espacio”, mi habitación; era salir a caminar al parque cerca de mi casa, a Don Mamino, al casino, etc y a veces con mis amigas; era ir a estudiar en mi bici-moto, conocer nuevas personas y llevarme bien con los profesores (sentir que llegaba a tomarles cariño); era abrazar a papá y a mamá cuando realmente lo necesitaba; era compartir momentos con mis hermanas y pasarla muy bien; era ser feliz.

A pesar de eso, a pesar de todo lo que sabía que dejaba, me fui. No importó mi tristeza, no importó todo eso a lo que yo llamaba "felicidad".
Yo estaba decidida a irme para ser "verdaderamente feliz", para crecer, y para estar al lado del hombre al que amaba\amo.
Ya estaba cansada de no poder verlo y salir con él cuando yo quisiera, dado que todo el día tenía que estudiar, y encima, una carrera que no era de mi completo agrado. Sentía que no tenía papás, no hablaba casi nada con ellos; mi papá casi siempre estaba ahí únicamente para llamarme la atención por algo, y mi mamá, simplemente estaba ahí.

La única persona a la que tenía para cualquier cosa era él, mi novio. Entonces, yo pensaba: ¿Para qué seguir viviendo en un lugar donde no soy feliz y no tengo lo que realmente quiero?
Desde ahí fue que decidí irme a vivir con él, obviamente cuando le comenté mi “plan” él no estaba muy de acuerdo, ya que iba a dejar muchas cosas que quizás él no iba a poder darme, pero yo le dije: “No importa, yo no soy feliz con lo que hago ahora, con lo que tengo ni con lo que vivo, por otro lado, me jode no poder verte cuando quiero, es injusto tener que verte a escondidas solo porque mi papá a veces no me deja salir de noche, que es el único momento en que nos podemos ver, ya no sé qué hacer, te amo mucho, sé que nos irá bien.”
Y así fue como finalmente decidimos vivir juntos.
Buscamos departamentos, y encontramos uno que estaba súper bien para los dos, fui empacando de a pocos, y cada noche llevaba caja por caja, hasta que llegó el día que ya no tenía nada más que la ropa que tenía puesta; era hora de hablar con mis papás.

Lo sé, era toda una locura, aprender a convivir con tan solo 20 años, pasar de tener cerca a la familia y amigos, a tener al lado solo a una persona que casi recién conoces y que te pintó un mundo de ilusiones en la cabeza; una persona que iba a tener que esforzarse en ser muchas personas a la vez. Qué complicado. Pero aun así, me fui.

Todo andaba bien, todo como lo pensé, pero no como lo imaginé.
Mi mundo de ilusiones se hizo realidad, tal cual me lo pintó él, pero no como me lo pinté yo, había un gran problema; me hacía falta algo, una pequeña cosa, un algo que no permitía una sonrisa permanente en mi rostro; mi felicidad del pasado. Ya no tenía un espacio solo para mí en el que pudiera ponerme audífonos y escuchar música durante largas horas, ya no tenía a mis amigas cerca por si necesitaba conversar, y ya no tenía a mi familia al lado para cuando quisiera verla. Ya no existían mami, papi, hermanas o amigas. Ya no. Ahora todo era ÉL.
Para qué mentir, trató, pero no le salió bien. Las primeras semanas fui muy dura, le exigía demasiado, le pedía que sea muchas personas al mismo tiempo, pero que jamás deje de ser él mismo. Muy caballero él, siempre trató y soportó mis criticas de por qué no podía hacerlo bien.

Ahora sigo aquí, en mi nuevo hogar. Sigo al lado del hombre que me pintó un mundo de ilusiones, las cuales siguen creciendo. Las cosas van mejorando; ya no espero que se haga pasar por otros, porque sé que eso jamás podrá ser, pero si le ruego que haga que el golpe no sea tan duro para que cada vez vaya regenerándose la herida que causó el decirle adiós a los demás. Pero no solo le pido a él que me entienda, sino también a ustedes, mi familia y mis amigos. La decisión que tomé la traté, TRATÉ, de pensar con calma, y gracias a Dios, no fallé, ya que ahora me va bien.


De vez en cuando veo a mis amigas, o por lo menos me conformo hablando con ellas, veo a mi familia por lo menos una vez cada dos semanas, eso ha hecho que el amor que siento por cada una de las personas, crezca. Ahora valoro mucho más a todos, sé lo importantes que son para mí y agradezco todo lo que hicieron y aún hacen por mí.
Aún no veo a mi papá, sé que está molesto conmigo, más que molesto, está triste, resentido, y todas las palabras que puedan existir para el sentimiento de un padre cuando su hijo se va de la casa después que lo dio todo por él. Por lo menos me conformo con sus e-mails, no importa lo que digan, no importa si me lo manda vacío o pone solo una letra en él; saber que se tomó la molestia de escribir mi correo en “para:” me hace muy feliz.

¿Qué espero? Que todo mejore. Yo estoy bien aquí, hago muchas cosas que quizás antes no podía hacer. Amo al hombre con el que vivo. Amo todo lo que tengo y como vivo. Ya tengo mis espacios, poco a poco los estoy “recuperando”. Escucho música cuando quiero, escribo, hablo con mis amigos, etc. Y mi bici-moto me espera siempre en el estacionamiento para poder sacarla cuando tenga ganas de pasear sola. Todo va mejorando por aquí. Pero, por otro lado, aún no siento tan cerca a mi familia, no se trata de verla todos los días, sino de saber que están bien, saber que puedo contar con ellos cuando lo necesite, saber que, a pesar de lo decisión que tomé, las cosas entre nosotros van a estar bien. De todas maneras me iba a ir, quizás no tan pronto, quizás no tan joven e inmadura, pero de todas formas lo iba a hacer.

Nuevamente, gracias a Dios las cosas van bien, me siento feliz, pero para que esta felicidad dure para siempre, necesito que el pasado, me acompañe en este nuevo presente.

1 comentario:

  1. estaba preocupada porque no escribías porque esta es tu puerta, y es un don que debes ir perfeccionando quizás puedas seguir periodismo o literatura técnicas de redacción y escribir y vivir de ello tienes mucha sensibilidad y expresas muy bien tus emociones, respecto a irte de la casa como madre no lo apoyo pero ya lo hiciste ya tienes 20 años y eres responsable de tus decisiones y consecuencias y sabes bien lo que conlleva convivir con una pareja espero que sepas cuidarte, el tiempo es el gran sanador que curara las heridas y resentimientos y a tu padre le pasa eso las hijas son las niñas de los ojos y debe haber sido un golpe directo al mentón, después de tener todo bajo control...no exijas mucho los padres sabemos que Dios nos da los hijos prestados para educarlos y enseñarles el buen camino ahora nos toca observar como llegan a el, nuestra ilusión como padres es que se vayan del hogar con alegría si no es con matrimonio, con una fiesta familiar de despedida, de saber que el hombre que la acompaña la va a respetar, no has hablado de ese hombre que te acompaña, no me gusta que no comentes nada como que el se lava las manos y fue solo tu decisión, no comentas que agoto todo los recursos para demostrar que es un hombre de bien...Que Dios te bendiga
    Ishabethel

    ResponderEliminar