Se acerca la Navidad
Ya es diciembre, y todos lo saben.
Hace unos días regresaba de la casa de mi novio; era de
noche. Las calles se veían distintas, y la gente también.
Las personas no solo llevaban su espíritu navideño en sus corazones, sino también en sus hogares. Había luces de colores por todos lados. Casas, edificios, restaurantes, universidades, etc.; no había algún lugar que no las tuviera. Algunas casas estaban totalmente iluminadas; no se podía ver el color de las paredes porque las luces cubrían absolutamente todo. Pero no bastando eso, en el techo relucía un panel gigante con luces de Neón que decían “Feliz Navidad”.
Las personas no solo llevaban su espíritu navideño en sus corazones, sino también en sus hogares. Había luces de colores por todos lados. Casas, edificios, restaurantes, universidades, etc.; no había algún lugar que no las tuviera. Algunas casas estaban totalmente iluminadas; no se podía ver el color de las paredes porque las luces cubrían absolutamente todo. Pero no bastando eso, en el techo relucía un panel gigante con luces de Neón que decían “Feliz Navidad”.
Los adornos y las decoraciones también se hacían notar; Papa Noel ‘es inflables, renos y trineos de plástico en las entradas, guirnaldas en las ventanas, Nieve artificial sobre los jardines, Ángeles escarchados cerca a las puertas, estrellas pegadas en las paredes, árboles navideños fuera y dentro de las casas (quieren doble regalo), y muchas otras cosas más.
La universidad Ricardo Palma fue una de las que más llamó
mi atención. No estaba segura si aún era universidad o qué. Todo era muy…navideño.
La gente andaba feliz por las calles. Miraban de un lado
a otro con la boca abierta; apreciaban, al igual que yo, aquellas luces que
cegaban así las mires de lejos, y esos adornos que, según yo, no iban a durar ni
dos días, porque como muchos saben, a los raterillos les gusta salir en estas épocas del año.
Muchas personas caminaban con grandes paquetes en las
manos. Cuando eran parejas de adultos; la mujer iba sonriendo, y el hombre
triste y con muchos regalos bajo el brazo, por lo que supuse que tenían hijos,
y que el papá era el que había pagado todos esos regalos que la madre con mucha
emoción eligió. Eso explicaba al hombre triste y la mujer alegre.
También estaban los solitarios; chicas solas, chicos
solos, caminando con pequeños y grandes regalos. Me imaginé que los que tenían
una sonrisa en el rostro era porque disfrutaban comprarlos, seguramente el
obsequio era para alguien a quien quieren mucho, posiblemente para sus parejas.
Y los que tenían la sonrisa al revés, era porque compraban por encargo…”Anda a
comprarle su carrito a control remoto a tu hermanito, pues, hijito, hazlo por
mí”.
Por otro lado, estaban los niños, todos saltando felices
delante de sus padres.
Cuando paré en un semáforo, vi a una niña que bailaba mientras caminaba, y me pareció que estaba gritando algo, así que bajé la luna del auto para poder escuchar mejor. Villancicos, estaba cantando villancicos: “Arre borriquito, arre burro arre, anda más deprisa que llegamos tarde…”, y su mamá, la acompañaba con las palmas. Era todo un espectáculo. Todos los que pasaban por el costado sonreían, y algunos también le aplaudían a la niña. Sin duda daban ganas de cantar y bailar con ella.
Cuando paré en un semáforo, vi a una niña que bailaba mientras caminaba, y me pareció que estaba gritando algo, así que bajé la luna del auto para poder escuchar mejor. Villancicos, estaba cantando villancicos: “Arre borriquito, arre burro arre, anda más deprisa que llegamos tarde…”, y su mamá, la acompañaba con las palmas. Era todo un espectáculo. Todos los que pasaban por el costado sonreían, y algunos también le aplaudían a la niña. Sin duda daban ganas de cantar y bailar con ella.
El taxista me dijo “La navidad ya se siente ¿no?”, a lo
que yo añadí “Mire allá…”, señalando una
casa. Se podía ver a través de una gran ventana a un grupo de personas formando
un círculo tomados de las manos. Algunos llevaban gorros de Papa Noel sobre sus
cabezas.
Sonreían y daban vueltas en ese mismo círculo. Parecía que estaban celebrando alguna fiesta pre-navideña. “¡Qué gracioso!” dijo el taxista riéndose “Yo también tendré una fiesta así la próxima semana, o mejor dicho, una chocolatada familiar, pero seguramente terminaremos bailando igual”.
Sonreían y daban vueltas en ese mismo círculo. Parecía que estaban celebrando alguna fiesta pre-navideña. “¡Qué gracioso!” dijo el taxista riéndose “Yo también tendré una fiesta así la próxima semana, o mejor dicho, una chocolatada familiar, pero seguramente terminaremos bailando igual”.
Finalmente llegué a mi casa, y cuando bajé del taxi, me
di cuenta que no había ninguna luz ni adorno fuera de ella, se veía muy oscura,
muy anti-navidad. Lo que sucede es que a mi papá le gusta colocar las
luces, pero recién lo hará en unos días.
Así que entré, tomé las primeras que encontré, y las puse en mi ventana.
Ahora, así como otros, yo también tengo presente la
navidad en mi hogar, en mi vida, y sobre todo, en mi corazón.
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