Translate

Tú no eres mi mejor amigo


Eran vacaciones. Odiaba que sean vacaciones. La llegada del primer día de NO clases significaba que cada vez faltaban menos días para el veinticuatro de diciembre, lo cual al mismo tiempo quería decir que mi novio de entonces, José Ojeda, tenía que irse a Piura, dónde estaba toda su familia.

José y yo estudiábamos lo mismo. Tenía un año y casi un mes menos que yo. Lo había conocido a finales del primer ciclo; llevábamos clase de matemática juntos. Era un chico inteligente, simpático, a veces serio, algo tímido, divertido, detallista de vez en cuando, y muy cariñoso. Medía casi lo mismo que yo (él decía que era un poco más alto), era delgado, muy blanco, y de pelo castaño.


Para cuando empezaban las vacaciones de verano, José y yo, teníamos 5 meses de relación. Nos había ido muy bien, y también muy mal (más mal que bien). Habíamos llegado al extremo de no salir tanto con nuestros amigos, decirnos que ropa nos podíamos poner y que ropa no; cada que había una pelea yo me ponía a llorar porque ya no sabía qué hacer, en mi Facebook yo no tenía a ningún hombre que no sea mi pariente y/o amigo que él conociera, y lo mismo para él. Éramos prisioneros de nosotros mismos. Ya no había confianza, respeto, comprensión, no había nada. Solo cariño a los momentos lindos que habíamos pasado en los primeros meses, y una pizca de amor hacia nosotros.

-Ahora que vas a estar en Piura tanto tiempo; cuidado con salir mucho eh. No tomes, no uses shorts o algo parecido, no vayas a discotecas, no recibas visitas de chicas, a menos que sea “X, Y ó Z”; aunque pensándolo bien no, mejor “Y” no, pareciera que le gustas y nono, me da miedo. Mantente comunicado conmigo a cada rato y mantenme informada de todo, asi comas, te tires un pedo, respires, tragues saliva, lo que sea, ¿ok? Y bueno…eso es todo. Te voy a extrañar demasiado, no te vayas...
-Yo también te voy a extrañar mucho gordita. No dejes que me vaya. Déjame quedarme contigo…
Y bueno, tú también ya sabes. No shorts, menos faldas, no polos de tiritas, strapless, escotes, o manga cero; si es posible usa el hábito que usa tu madre en octubre ¿ya? No salgas mucho, solo con las amigas que ya sabes quienes son, y con el único chico que te puedes ver de vez en cuando es “M” ¿De acuerdo? Cuéntame todo lo que haces, no salgas a discotecas o karaokes, no tomes y…nada más creo.
-Está bien amor. Que tengas un buen viaje. Te quiero mucho.
-Gracias linda. Te quiero demasiado.

Ambos sabíamos que el estar alejados por un tiempo (casi tres meses) iba a ser muy difícil porque nos queríamos bastante, y no íbamos a poder celebrar juntos algunas fechas importantes como esperábamos. Sin embargo, en el fondo también sabíamos que nos iba a hacer bien.

Todos los días hablábamos por teléfono, nos mandábamos mensajes y nos veíamos por Skype. Habían momentos en que los dos llorábamos frente a la cámara. Pero ¿Por qué las lágrimas? ¿Acaso nos daba pena el aceptar que la relación estaba fracasando? O ¿Es que nos extrañábamos incontrolablemente?

Todo ese tiempo que José estuvo allá, yo jodía y jodía a mi padre para que me mande a Piura por lo menos un día.

- Ida y vuelta papá, no te pido más. Es más, si quieres vamos, almorzamos y regresamos.

Finalmente lo llegué a convencer.

-¡Está bien! La próxima semana te mando para allá con tu hermana. Llegan como a las seis de la mañana y regresan a las once de la noche ¿Te parece?
-¡Si papá! Gracias, gracias. Yeeeehhhh. Olé olé olé olé papá… papá…
-Yaya, anda nomás…

Era el tan esperado día. Mi hermana y yo llegamos a las seis y algo más a Piura. Salimos del aeropuerto y ahí estaba esperándome José. Corrí hacia él, nos abrazamos muy fuerte y nos dimos un beso. Me presentó a su hermano que estaba un poco más atrás, parado junto al carro en el que habían ido.

-Lucía…mi hermano….hermano….Lucía
-Hola, mucho gusto!
-Ah y ella es la hermana de Lucía.
-Hola hola, qué tal.

Cuando llegamos a su casa conocí a su otro hermano, su cuñada, su primo y su padre. Estuvimos conversando un buen rato ahí, salimos a pasear y a comer un buen ceviche Piurano. En la tarde fuimos a Catacaos , vimos, conocimos y compramos. La pasamos muy bien.
De regreso a la ciudad de Piura, casi a las seis de la tarde, José y yo salimos nuevamente a caminar por las calles. Horas después regresamos a su casa y todos nos pusimos a jugar killer, un juego que nos enseñó su hermano.
El reloj marcaba casi las diez de la noche, era hora de irnos. Nos llevaron al aeropuerto, nos despedimos, y nos regresamos a Lima.
Ya lo había visto, había sido un buen día. Pero yo aún seguía triste. Nuevamente lo extrañaba, pero ya no a él estando físicamente a mi lado, si no que las cosas habían cambiado un poco más, y no para bien.

Dos días después cumplimos siete meses, nos felicitamos por skype, y nos mandamos besos y abrazos virtuales. Los dos fingimos celebrar, pero en realidad ya no había motivo ni para fingir hacerlo.
Otros dos días después de haber cumplido siete meses, discutimos. Sus amigas lo habían ido a visitar a su casa y él no se había negado. Yo me molesté porque él no me lo dijo, me lo contó otra persona. Discutimos y Discutimos. Me dijo que ya no sabía quién era él, y que se sentía amarrado.

-No sé qué hacer Lucía. Te quiero demasiado, pero no sé qué nos ha estado pasando. Yo no te dejo salir con tus amigos, tu tampoco a mí. No podemos usar ropa que queremos. Hablamos hasta cuando estamos en el baño. Y es una tontería. Suena ridículo, pero es verdad. Es lo que nos pasa.
-Sí, es cierto. Pero tal vez podemos solucionarlo ¿no crees?
-Cuántas veces hemos dicho lo mismo. Gordita, yo te quiero. Pero no quiero que sufras, y tampoco quiero sufrir yo.
-Ajá, te entiendo. ¿Quieres terminar?
-Creo que es lo mejor.
-¡Pero esa no es la solución!...yo no quiero….

Decidimos no terminar. Sin embargo, pensé bien, y le di la razón. Ya no podíamos seguir así.
Dos horas después…

-¿Aló?¿José?
-Hola Lucía
-Ya ves, no eres el mismo…Pero bueno, tienes razón. Ya no podemos continuar así.
-Está bien…
-¿Está bien? Bueno…ya.
-Entonces ¿Ya no serás mi gordita?
-No…ya no más.
-Ok Gordita, digo Lucía. Cuídate. Te voy a extrañar.
-Tú también cuídate. Y gracias.
-¿Gracias, por qué?
- Por enseñarme tanto. Porque cuando haya alguien a mi lado nuevamente, podré hacerlo más feliz de lo que te hice a ti. Ahora sabré qué hacer y qué no. Y cuando digo que haya alguien a mi lado, no me refiero a otro novio, no. Porque el que esté conmigo podrá ser y decirme como quiera, pero esa persona siempre será ante todo, mi mejor amigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario